8.- La Divina Comedia.
“Dante viajero fue desde su niñez un peregrino enamorado de una visión celestial “che non parea figliuola d’uomo mortale”. El amor –dijo el Poeta—me ordenaba muchas veces que buscara para ver a esta niña angelical”. “A los nueve años, en el mayo de 1274, vio por primera vez a Beatriz. Iba vestida de nobilísima veste, humilde y honesta, de tenue color rosa, ornada a la guisa que a su joven edad convenía. Nueve años después, en el mayo de 1283, volvió a encontrarla, cuando ya era esposa de Simón de Bardi. En 1290, Beatriz muere. Así pasó por la vida aquella mujer que fue su amor, alma de su amor, musa de su poesía, alma de su alma”
Esto escribía José María Izquierdo en El Noticiero Sevillano de 24 de septiembre de 1921, en una divagación que escribió desde Italia con el título de “El retorno de Dante”. Está publicada, como las otras que compusieron la serie menos dos que no pude localizar, en el libro “Divagaciones Itálicas” regalado por “Algaida” en 2007 al Ateneo de Sevilla y a sus socios que quisieron pasar a recogerlo.
El libro no solo contiene las crónicas por Izquierdo enviadas desde Italia sino también cuatro ilustrativas introducciones que las explican y glosan desde diversos puntos de vista. La profesora Rodríguez Almazán situó las crónicas y el viaje en el contexto histórico de la Italia del comienzo de la década de los años veinte del pasado siglo; la profesora Matarredona Vizcaino hizo acertadas y sugerentes explicaciones sobre el brillante y peculiar estilo literario de Izquierdo; Julia Sánchez , encargada de la Hemeroteca municipal, aportó el estudio del ambiente que reflejaban en aquel momento los diversos periódicos que se publicaban en Sevilla, El Liberal, La Unión, El Correo de Andalucía y el propio Noticiero Sevillano, y el historiador carmelita Ismael Martínez Carretero hizo una bella “relectura y síntesis” de las divagaciones que se editaban.
Las páginas con la que Izquierdo divagó por Italia, durante aquel viaje cultural y de estudios jurídicos son en muchos casos deslumbrantes. Así las que dedicó al VI centenario de la muerte de Dante y a cuanto con este motivo se hizo y se dijo en Italia. Son bellísimas las que dedicó, entre otras igualmente bellas, a la “Salma del milite ignoto” o a la “Fiesta del Palio” de Siena.
Nos llamaron la atención al publicar el libro las continuas alusiones a Sevilla; cuando miraba los escaparates italianos “que solo tienen par en los de Sevilla”, al recordar las “tiernas y apasionadas palabras que los florentinos dedicaban a su ciudad “que solo pueden compararse a las de los sevillanos cuando florean a Sevilla; en el recuerdo de sus amigos Grosso, Romero Martínez o Gil de Gayangos, cuando compara las lápidas que en Italia se habían dedicado a Dante, “solo comparables con las que Sevilla dedicó al autor de El Quijote”, al establecer paralelismos entre la sorprendente Fiesta del Palio y la Semana Santa de Sevilla, al evocar al genovés afincado en Sevilla autor del Cancionero de Baena, Micer Francisco Imperial, que allá por los comienzos del siglo XIV nos dejó el retrato literario del Poeta italiano. En ocasiones en que le preguntaban si era español de las Américas, respondía con orgullo que era español de Sevilla y recordaba con fruición el pan de Alcalá y la Virgen de los Reyes
Cunado Izquierdo se refería a Beatriz, la musa del alma del Poeta, quizás estaba pensando también, por qué no, en la visión que él mismo tuvo allá por el año 1908 en la ciudad en la que el gran río de Andalucía muere: una veste surgida de las aguas, de rubia guedeja, de ojos azules y castamente desnuda, como la imagen de la mujer que amamos.
Izquierdo volvió a Sevilla “cuando la inminencia de la navidad vestía de blanco muchos lugares de Italia”. Menos de un año después de su regreso habría de cruzar inopinadamente la frontera de la inmortalidad. Allí encontró, sin duda, a Dante, misteriosamente reunido al fin con Beatriz; y quizás lo saludó con las mismas palabras casi recién acabadas de escribir: “Este Dante, libro y hombre, Italia conmemora. Este Dante de la Italia antigua y nueva, conmemora el mundo”
Valiosísima la edición de Divagaciones Itálicas, de José María Izquierdo, que realizó el Ateneo hace pocos años, avalorada por sus estudios previos. El escritor y jurista sevillano tuvo la ocasión de despedirse de esta vida para irse a su "balcón del cielo", aunque demasiado joven, habiendo vivido una experiencia única por Italia y viendo de primera mano los homenajes que concedió Italia a su inmortal escritor. Greco
ResponderEliminarNo hay duda de que Izquierdo era un sevillano bueno en el mejor sentido de la palabra bueno; pero un "bueno" sin ese puntito de humor que tanto necesitamos para sobrellevar la melancolía.Él es meláncolico sin interrupción como los versos de Verlaine ( voilà,j'ai mal de pays )
ResponderEliminarLes sanglots longs
des violons
de l'automne
blessent mon coeur
d'une langueur
monotone.
Pero en las Divagaciones Itálicas cuenta un jocoso comentario de Grosso a quien encontró por tierras italianas.En estos momentos de polémica sobre los toros recuerdo la historia :Grosso ante un aviso escrito sobre la prohibición de fijar carteles, "Vietata l'affissione", jugando con la fonética italiana y sevillana comenta "Cómo quieren que se desarrollen los toros si se prohibe la afisión ?
( Hablando de toros,un día de estos torea en Nîmes mi paisano Castella ,très très brave garçon)