Propósito

Los sevillanos que puedan acceder a este blog o que conozcan las singularidades de la cultura sevillana advertirán enseguida que su título es tributario de José María Izquierdo (1886-1922), cuyo libro más conocido es Divagando por la Ciudad de la Gracia e hizo de la divagación, en sí misma, el instrumento principal de su ingente obra literaria. Otro de sus mejores libros, Divagaciones Itálicas, editado recientemente por el Ateneo de Sevilla y Algaida a partir de crónicas publicadas en El Noticiero Sevillano en 1921, nos acerca, también de su propia mano, al título que hemos elegido.

El blog nace, pues, bajo su patrocinio e intentará divagar por su propia obra con Sevilla como principal referencia, aunque no necesariamente de manera excluyente. El propio Izquierdo, extendía en sus divagaciones hasta mucho más allá de la propia ciudad sus reflexiones y su interés.

El concepto que Izquierdo tenía de la “divagación” nos lo dejó aclarado en un discurso pronunciado en 1920 en un ciclo en honor de Santo Tomás de Aquino organizado por una entonces denominada asociación de profesores y estudiantes de la universidad de Sevilla. También en Por la Parábola de la Vida, otro de sus libros principales, nos la definía brillantemente: El divagar consiste en ese doble y eterno juego de los espejos combinados, que mutuamente se reflejan… y la divagación no es más que el reflejo de un reflejo que refleja a otro reflejo que a sí mismo se refleja… hasta el infinito.

Por tanto, y alrededor de José María Izquierdo y de su obra, podremos saltar de una cosa a otra, de una alabanza a una crítica, de un pensamiento a una propuesta, de Juan Ramón Jiménez a Luis Cernuda, de la calle Castellar a Santa María la Blanca, de la luna del parasceve al panteón de sevillanos ilustres, en donde yace enterrado junto a su admirado Bécquer; y de mil cosas a mil cosas más.

Quienes no hayan tenido, en cambio, cumplida noticia anterior de Izquierdo, podrán encontrarse, siquiera sea a trozos, con el pensamiento de un sevillano excepcional, de quien Miguel Romero Martinez, el Bibliófilo humanista de Divagando por la Ciudad de la Gracia, nos dejó dicho, allá por el año 1922, que supo tejer su obra en el telar de la eternidad y que por eso será leída, glosada y ensalzada a la sombra del propio laurel de su fama.

En eso estamos. Ojalá que este propósito no quede en un deseo frustrado y que algunos, por qué no muchos, quieran sumarse con sus propias divagaciones. Sería tan bonito hacer una obra coral…



jueves, 15 de abril de 2010




“VUELTA LA ISLA”. Acuse de recibo

(Evocación del poeta ateneísta José Félix Navarro Martín)

Envuelto en el papel de regalo de la amistad y el afecto que me profesa una antigua compañera en la asesoría jurídica del Ayuntamiento de Sevilla, hoy afincada desde hace años en su natal Isla de Tenerife, me llega el libro “Vuelta a la Isla”, del poeta canario Pedro García Cabrera.
Quienes aquí en Sevilla, que es tierra de poetas, no conozcan al autor, deben saber lo que en el mismo libro explica su prologuista Maria Jesús Pablo Gimeno, de la Fundación que lleva el nombre del propio poeta. Es decir que éste nació en la Isla de la Gomera en 1905 y que pronto estableció su familia su domicilio permanente en la Isla de Tenerife; que durante la Segunda República militó en las filas del Partido Socialista y fue Concejal de Santa Cruz y Consejero del Cabildo Insular. En 1936 fue detenido tras los sucesos del 18 de julio e internado en un campo de concentración del Sahara, del que consiguió evadirse e integrarse en el frente republicano de Andalucía. Unos meses antes de terminar la guerra fue nuevamente apresado e ingresado en prisión.
Con más suerte que Miguel Hernández, digo ahora, sobrevivió y fue liberado en 1946, manteniendo desde entonces, como dice la prologuista, su “compromiso ético e intelectual” hasta su muerte en 1981. El prólogo da cuenta también de su profusa e interesante obra literaria, en la que destaca, entre otros muchos libros, el que ahora motiva mi comentario. “Vuelta a la Isla" fue editado en 2005 en coincidencia con el centenario del nacimiento del poeta por la Fundación ya citada, dedicada “al fomento del conocimiento de aquellos valores que favorezcan la integración política y social de los canarios y su incorporación a los movimientos nacionales e internacionales de carácter social, científico o cultural”. (fundaciónpedrogarciacabrera.com)
El poemario está dedicado a las Islas que componen el Archipiélago y a cada uno de los pueblos que conforman Tenerife, con independencia de la propia Capital. Los títulos de los poemas constituyen ya un poema en sí mismos: Santa Cruz, Tacoronte, El Sanyal, Adeje, San Miguel, La Orotava, Los Realejos, Vilaflor… y tantos más. Emotivo es el recuerdo que el poeta dedica a su Isla natal: “… Súbete al roque más alto,/ silba con todas tus fuerzas/ hacia atrás, hacia la infancia,/ a ver si el eco recuerda/ las bordadas camisillas/ que abrigaron mi inocencia…”
Pues bien, como en estos apuntes me gusta decir algo también de las glorias pasadas del Ateneo de Sevilla, me complace recordar la relación que con Tenerife tuvo el destacado poeta José Félix Navarro Martín, cuya semblanza, de la mano del también poeta Aurelio Verde, aparece en el “Diccionario de Ateneístas II”. Aurelio, tras dar cuenta de su biografía y de su obra literaria y poética, nos dice que José Félix fue un día, para él venturoso, a recoger un premio ganado en Icod de los Vinos y que allí le ocurrió una especie de milagro sentimental: “fuiste lejos a recoger los honores de una flor natural ganada y de paso te trajiste a la reina de tu corazón. La destronaste de su efímero trono de los Juegos Florales para ofrecerle otro reinado muy dentro de ti. Fue en Tenerife… el reclamo de tu amor le hizo cambiar sus claridades isleñas por el sabor hondo y antiguo de la calle Lumbreras…”.
Aunque no he podido confirmarlo, estoy seguro de que Pedro García Cabrera y José Félix Navarro Martín, tuvieron necesariamente que conocerse y que ser amigos. Los unía su condición de excelentes poetas y el amor que ambos profesaban, uno por una razón y otro por otra, a las Islas y a un “Drago que se yergue en el centro (en el cepo, dice el poeta) de una plaza”.

1 comentario:

  1. Conocí al poeta José Felix Navarro en su faceta de Profesor y Director de centros escolares. Era una persona excepcional. No conocía la anécdota de Icod de los vinos, que me ha resultado muy grata. Enhorabuena por su iniciaiva en favor del reconocimiento de la poesía canaria.

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